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Equilae presenta una modificación de la técnica híbrida para la reconstrucción del ligamento cruzado anterior en niños

El diseño y/o perfeccionamiento de las diferentes técnicas de reconstrucción ligamentaria es uno de los principales objetivos que tenemos en Equilae, especialmente cuando se trata de pacientes pediátricos.

En los últimos años se ha detectado un aumento en la incidencia de las roturas del ligamento cruzado anterior (LCA) en niños, probablemente debido a una mayor participación por parte de estos pacientes en actividades deportivas con una alta demanda rotacional de la rodilla.

En esta ocasión, el Dr. Juan Ignacio Erquicia, miembro del equipo de Equilae, comparte una modificación de la técnica híbrida convencional utilizada para reconstruir el LCA en pacientes pediátricos.

El objetivo de esta modificación es permitir realizar una reconstrucción ligamentaria que no dañe la fisis femoral, con un túnel femoral mixto, logrando evitar el “killer angle” y el posterior fallo de la plastia. La modificación en la secuencia al realizar el túnel femoral permite una reconstrucción del LCA mediante un túnel ligeramente curvo que protege el injerto.

La técnica presentada es anatómica, reproducible e implica un uso mínimo o nulo de rayos X, y estaría indicada en pacientes con estadio de Tanner entre 2 y 4, realizando la fijación tibial mediante un tornillo interferencial o tipo poste, dependiendo del tamaño de la fisis tibial.

En Equilae seguimos investigando para mejorar nuestras técnicas de reconstrucción.

Aquí puedes visualizar el vídeo (el cual también ha sido publicado en la web Education & Evidence, de Smith & Nephew) en el que se muestra la modificación de esta técnica en pacientes pediátricos.


 

Equilae, pionero en la utilización de una nueva técnica para reconstruir el ligamento cruzado anterior en niños

Equilae ha sido pionero en Europa en la utilización de una nueva técnica de reconstrucción del ligamento cruzado anterior en niños que, hasta ahora, solamente se había utilizado en Australia.

Dicha técnica, consiste en trasplantar al niño un tendón isquiotibial proveniente de uno de sus progenitores. De esta manera, no solo disminuye la agresión quirúrgica al paciente pediátrico, sino que también se evita el riesgo de obtener tendones de diámetro y/o longitud insuficiente. Este tipo de riesgos son bastante frecuentes en los preadolescentes y se ha relacionado con un aumento de la tasa de re-rotura del futuro ligamento.

Gracias a la donación tendinosa por parte de los padres biológicos del paciente, podemos evitar el riesgo de rechazo. Además, la realización de gestos técnicos específicos durante la cirugía, previene el daño de los cartílagos de crecimiento y su posible repercusión en el futuro desarrollo del niño a medida que vaya incrementando su estatura.

Estas modificaciones técnicas, llevadas a cabo durante la reconstrucción ligamentaria en los niños, permiten estabilizar la rodilla de manera efectiva, evitando la aparición de lesiones meniscales y cartilaginosas, así como el posible desgaste prematuro de la articulación.

En la siguiente entrevista, el Dr. Juan Carlos Monllau, jefe de la Unidad de Rodilla y Cirugía Artroscópica de ICATME, jefe del Servicio de Ortopedia y Traumatología del Hospital del Mar y miembro de Equilae, ha explicado, en una aparición reciente en TV3 y en La Vanguardia, en qué consiste esta técnica de reconstrucción.

Como siempre, en Equilae seguimos investigando en busca de los mejores resultados a través de técnicas menos invasivas.


 

10 cosas que debes saber sobre el ligamento cruzado anterior

¿Qué es el ligamento cruzado anterior y para qué sirve?

El ligamento cruzado anterior (LCA) es uno de los 4 estabilizadores principales de la rodilla, formando el “pivote central”  junto al ligamento cruzado posterior (LCP).

Es el principal estabilizador anterior de la rodilla, evitando el desplazamiento anterior de la tibia con el fémur, además controla la hiperextensión y la rotación interna.

¿Cómo se producen las lesiones de LCA?

Aunque pueden ocurrir en diferentes actividades de la vida diaria, las lesiones de ligamento cruzado anterior suelen estar relacionadas con la práctica deportiva, especialmente en deportes que requieren “pivotaje”, como es el caso del fútbol, el básquet, el esquí o el rugby.

Es habitual que se produzcan mediante una autolesión, es decir, sin que intervenga ningún otro factor que nuestros propios movimientos. La lesión de LCA puede darse en la caída tras realizar un salto o al realizar un cambio de dirección, a lo que se suma la contracción del cuádriceps y movimientos en valgo, flexión y rotación externa.

¿Cuáles son los síntomas de una rotura de LCA?

En el contexto agudo, es frecuente que se dé una inflamación intensa de la rodilla o hemartrosis, es decir, acumulación de sangre en la rodilla, acompañada de dolor y limitación del rango de movilidad.

Después de este proceso agudo disminuye el dolor y comienzan los síntomas de “fallo” o inestabilidad articular al realizar gestos de rotación, movimientos rutinarios o actividades de la vida diaria, como consecuencia de la rotura de uno de los principales estabilizadores de la rodilla.

¿Cuáles son los riesgos asociados a una rotura de LCA?

Tras la rotura de LCA pueden aparecer episodios de inestabilidad o la sensación de “fallo de la rodilla” (así es como lo describen muchos de nuestros pacientes), y esto conlleva un mayor riesgo de sufrir roturas meniscales o daños en el cartílago, lo que puede suponer el desarrollo de artrosis a largo plazo.

¿Todas las lesiones de LCA se operan?

En la mayoría de los casos la resolución debe ser quirúrgica, ya que es la única vía para normalizar la estabilidad de la rodilla. A pesar de ello, en aquellos pacientes con escasa demanda física y que no sufren episodios de inestabilidad durante las actividades de la vida diaria se puede indicar un tratamiento conservador o no quirúrgico.

¿Qué técnicas se utilizan para la reconstrucción de LCA?

Existen diferentes técnicas para la reconstrucción del ligamento cruzado anterior (RLCA). Hoy en día, se utilizan técnicas “anatómicas”, que han desplazado a las utilizadas previamente, llamadas “transtibiales”, ya que estas últimas no lograban controlar la estabilidad rotacional de la rodilla.

¿Qué injerto es el más adecuado?

Para reconstruir el ligamento cruzado anterior se debe utilizar un injerto, y la elección del injerto se decide según cada caso, dependiendo de la edad, la altura y el peso del paciente. También influyen en la elección el tipo de deporte realizado y la frecuencia e intensidad con la que se lleva a cabo, y además se tienen en cuenta algunas características biomecánicas de la articulación.

Los injertos que se utilizan con mayor frecuencia son:

  • Tendones isquiotibiales: su principal ventaja es la menor morbilidad en la zona de donde se obtiene el injerto y la posibilidad de estos de regenerarse. Además, es estéticamente favorable, ya que la cicatriz es menor (25mm aprox) y se realiza en la parte anterointerna de la rodilla. En cuanto a las desventajas, encontramos principalmente el tiempo de integración del tendón al hueso (10-12 semanas).
  • Tendones rotulianos: la mayor ventaja es que el injerto se integra más rápido (entre las 4 y las 6 semanas). Pero, como contrapartida, puede presentar un mayor dolor en la cara anterior de la rodilla tras la cirugía. Además es menos estético, ya que el injerto se obtiene realizando una incisión en la parte anterior de la rodilla de unos 5-6cm.
  • Tendón cuadricipital: la técnica es similar a la del tendón rotuliano. Se obtiene junto con un fragmento óseo del polo superior de la rótula, pero no posee pastilla ósea en el otro extremo. Las principales ventajas son que se integra rápidamente a nivel del fémur y que genera menos dolor en la cara anterior de la rodilla que la plastia del tendón rotuliano. La desventaja es que requiere el mismo tiempo de incorporación en la tibia que los tendones isquiotibiales.

Estas son las principales opciones en el caso de las cirugías primarias. Otras estructuras tendinosas o los aloinjertos suelen reservarse para cirugías de revisión o multiligamentarias.

¿Qué pacientes presentan un mayor riesgo de volver a romperse tras una reconstrucción de LCA?

Existe evidencia suficiente de la existencia de que algunos pacientes tienen un mayor índice de fracaso o re-rotura tras una reconstrucción del ligamento cruzado anterior. Entre ellos se encuentran:

  • Menores de 18 años
  • Deportistas con alto nivel de pivotaje a nivel de la rodilla
  • Pacientes hiperlaxos
  • Pacientes con un alto grado de inestabilidad rotacional preoperatoria
  • Aquellos pacientes que son sometidos a cirugías de revisión

En los pacientes que presentan alguna/s de estas características, se suele asociar una tenodesis anterolateral con el objetivo de disminuir la inestabilidad residual y/o la tasa de re-rotura.

¿Cuándo hay que operarse?

El momento idóneo es cuando la articulación se ha desinflamado, se ha logrado recuperar la movilidad al completo y el dolor ha remitido. Para facilitar que esto ocurra, se le indican al paciente una serie de pautas de rehabilitación que deberá seguir antes de la operación, tales como realizar ejercicios para el fortalecimiento muscular o la crioterapia. Tengamos en cuenta que realizar un buen trabajo durante el preoperatorio optimizará los resultados del postoperatorio.

¿Cómo es el postoperatorio y cuál es el tiempo de recuperación?

El paciente suele permanecer ingresado hasta el día siguiente de la intervención. Utilizará ortesis para proteger la rodilla durante las primeras dos semanas y ayudar a mantenerla extendida durante la noche.

Durante los primeros días o semanas se prioriza el control del dolor (mediante crioterapia y medicación específica) y la activación muscular (mediante ejercicios isométricos), y progresivamente se va recuperando la movilidad, agregando ejercicios de musculación según la tolerancia de cada paciente.

En esta fase, será indispensable contar con un proceso de rehabilitación personalizado, lo que requerirá un trabajo coordinado entre el cirujano y el fisioterapeuta.

Todos los pacientes sometidos a una cirugía de LCA deben reintegrarse de forma progresiva al deporte, realizando un programa de “Return to play” de acuerdo a la actividad deportiva específica de cada paciente.

En esta etapa, el trabajo en conjunto con el rehabilitador es indispensable para llevar adelante un programa que involucra actividades funcionales, perfeccionamiento y corrección de gestos deportivos así como el fortalecimiento  muscular, que permitirán lograr no solo un nivel de satisfacción elevado a la hora de la reincorporación deportiva sino también una disminución en la posibilidad de sufrir una nueva lesión.